miércoles, 11 de mayo de 2011

Salario “digno”= hambre

 
Jesús Urdaneta HernándezViernes, 29 de abril de 2011

El deterioro progresivo y grotesco que venimos sufriendo es nuestra calidad de vida es innegable. Los bienes y servicios que debe proveer el Estado, son cada vez peores y la crisis económica junto a la política destructiva del Gobierno hacia el sector privado, hacen mella en nuestra cotidianidad


Son muchos los males que nos aquejan a los venezolanos. Demasiados. Pero si bien es cierto que “de no sólo pan vive el hombre”, también es verdad que  debemos tener cubiertas nuestras necesidades básicas para poder adentrarnos hacia el desarrollo y el crecimiento personal. En otras palabras, si nuestros niños no reciben una alimentación adecuada, será imposible que desarrollen sus capacidades intelectuales y  físicas. Sin comida no se piensa. Ni se crece. Ni se progresa. Pero sólo comer tampoco basta. Una vivienda digna, una educación accesible y de calidad, medios de transporte adecuados y aunque sea, un pequeño espacio para la recreación, son condiciones básicas, propias e inherentes a todos los seres humanos que tenemos derecho a exigir una mejor calidad de vida, mediante el reconocimiento de nuestro esfuerzo personal.
            El deterioro progresivo y grotesco que venimos sufriendo es nuestra calidad de vida es innegable. Los bienes y servicios que debe proveer el Estado, son cada vez peores y la crisis económica junto a la política destructiva del Gobierno hacia el sector privado, hacen mella en nuestra cotidianidad.
            Durante mucho tiempo el Gobierno se jactó afirmando que el salario de nuestros trabajadores era el más alto de América Latina. Eso, que era tan solo una verdad a medias, ahora es una total mentira. Con el nuevo supuesto “aumento” salarial, que no es aumento sino ajuste, al trabajador venezolano  le resultará imposible cubrir sus necesidades básicas, porque además de ser insuficiente no se materializan políticas serias contra la inflación.
            Resulta una grosería que el “aumento” haya sido tan sólo de un 25% y fraccionado, cuando la inflación de los últimos tiempos alcanza un 30% y es aún mayor en el rubro de alimentos. De allí que afirmemos que se trata de un insuficiente ajuste más no de un aumento salarial, que por lo demás, excluye a más de diez millones de venezolanos, y  se encuentra a años luz de la cesta básica que ya asciende a casi seis mil bolívares mensuales.  Y es aquí donde debemos enfocarnos. Los dos grandes males que afectan la realidad económica del venezolano de a pie son, por un lado, la abrumadora inflación que viene acumulándose en los últimos años, y que tenemos que entender que es el peor impuesto que paga cada ciudadano, ya que desde el mismo momento en que adquirimos un bolívar a través de nuestro esfuerzo y lo metemos en el bolsillo, éste bolívar cada minuto que pasa vale menos  y por el otro, la devaluación del bolívar fuerte que en realidad es cada vez más débil.
            A un cambio oficial (al cual nadie o muy pocos tienen acceso, o si se le tiene es de manera muy limitada) el sueldo mínimo mensual que recibirán los trabajadores a partir de este próximo 1 de mayo de 1.407 bolívares, equivalen a 327 dólares americanos, la cifra más baja de los últimos cuatro años. En efecto, en el 2008, el sueldo de 799 bolívares tenía un equivalente de 371,1 dólares; en 2009, los 967 bolívares eran 449,8 dólares y en 2010 los 1.224 bolívares correspondían a 470,8 dólares, lo cual aunado a la inflación acumulada de los últimos diez años, de casi un 700%, nos augura un negro porvenir.
            Así, ya no sólo en números el sueldo de nuestros trabajadores no es el más alto de América Latina (los chilenos tiene un promedio de 368,1 dólares americanos, mientras que el de los argentinos asciende a 451,2)  sino que además, el dinero en sí mismo no tiene un rendimiento real suficiente, lo que se traduce en que no sólo el sueldo es bajo, sino que el costo de la vida es tan alto que  reduce considerablemente nuestro poder adquisitivo.
            Es decir, si bien 1.407 bolívares, es más que 1.224, esto no significa que nuestro poder adquisitivo real haya aumentado. Por el contrario ha disminuido. Qué importa si ahora tengo casi el doble de lo que tenía hace cuatro años, si todo cuesta cuatro o cinco veces más.
            Las amas de casa lo saben. Los que van al mercado lo saben. Los que trabajan de sol a sol para ganarse el sustento del día lo saben. La conclusión es una: cada día somos más pobres. Y lo somos no porque no tengamos recursos, por el contrario. Somos un país rico conformado por pobres. Pobres por las malas políticas, por el despilfarro,  por la corrupción, por la incompetencia, por la ineficiencia, por la regaladera a otros países de nuestro patrimonio. Pobres, porque a este gobierno supuestamente no le alcanza la plata a pesar de que el presupuesto está calculado a 40 dólares el barril de petróleo y en realidad ronda los 100. Pobres en definitiva, porque así nos quieren mantener. Para someternos, para humillarnos, para controlarnos.
No sé cuántas mentiras pueda decir el Gobierno. No se me ocurre a cuántas formas de manipulación recurrirá para tratar de esconder o maquillar la realidad. Pero de lo que sí estoy seguro es de que no podrá callar los lastimeros sonidos de hambre que vienen sonando en los estómagos de nuestra tal golpeada y sufrida  población.
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/9751342.asp
MARÍA GABRIELA DA SILVA

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